Mi Trabajo Fin de Máster fue una investigación sobre la influencia de la escritura electrónica en la ortografía de los alumnos de Secundaria y Bachillerato de un instituto de Madrid. En él se tratan, entre otros, temas como el ciberhabla, los escritos oralizados, la escritura electrónica, los emoticonos o el uso que de las TIC hacen profesores y alumnos.
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Cuando comencé la investigación partía de la idea de que el uso de SMS, Whatsapp, chats, redes sociales (Tuenti, Twiter, Facebook, etc.) e incluso del correo electrónico suponía un obstáculo y un elemento distorsionador en el aprendizaje de la ortografía en los jóvenes, que son los mayores y más innovadores usuarios de estos medios con todo su torrente de neografía —el conjunto de caracteres y la manera de escribir en medios electrónicos que contravienen los usos normativos de la ortotipografía normativa—. Pero de acuerdo a algunos estudios citados en mi trabajo, concluí, a partir de la revisión bibliográfica y de mi ensayo de campo, que el uso de medios electrónicos de comunicación —con sus particularidades y sus restricciones— no tiene por qué ser un impedimento para una correcta ortografía cuando su conocimiento está asentado en el alumno. Así, este maneja dos códigos distintos, aunque no siempre sea consciente de ello. Nuestro trabajo debe consistir entonces en enseñarles a distinguir las diferentes situaciones comunicativas y a adecuar su expresión a las mismas.
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Pienso que desde nuestras clases de Lengua debemos enseñar tanto ortografía como corrección gramatical y estilística compaginando esta instrucción con una actitud positiva hacia la neografía; siempre mostrando que se puede ser, en las comunicaciones electrónicas, tan eficaz respetando las normas como transgrediéndolas, por lo que no hay ninguna necesidad para esto último.
Es necesaria la implantación de las TIC en nuestras clases; debemos estar presentes en las nuevas plataformas de comunicación y demostrar que podemos ser correctos en nuestra manera de escribir en ellas sin disminuir por ello ni la eficacia comunicativa ni la corrección lingüística.
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