Si ya la misma manera de nombrar nuestra lengua es motivo de disquisiciones y desencuentros para lingüistas y políticos, ¡cómo no lo van a ser los contenidos de las asignaturas que la estudien?
Digo esto porque últimamente me ha dado por pensar que tal vez la forma de enseñar literatura, tal y como hasta ahora se viene ejerciendo, ya no sea válida en lo sucesivo. En un mundo cada vez más globalizado los viejos conceptos de cultura nacional quizá no nos sirvan ya —aún sí pero cada vez menos y en un futuro poco lejano muy poco o nada— y menos a quienes compartimos una lengua y un pasado común.
Dejando a un lado el nombre de nuestra asignatura —discusión que posponemos para otra ocasión—, pensemos en qué literatura estamos enseñando y por qué lo hacemos. Nuestros alumnos españoles, hablantes de una lengua que es la segunda con más hablantes del mundo —495 millones entre quienes la tienen como lengua nativa, segunda o extranjera— y con una rica tradición literaria no solo en España, siguen estudiando literatura de autores españoles en lengua castellana y solo como algo casi anecdótico literatura hispanoamericana. Y dentro de esta casi exclusivamente el siglo xx.
¿Tiene sentido privar a nuestros alumnos del conocimiento más profundo de la literatura que se ha escrito y se escribe en español al otro lado del Atlántico?
Hablo desde mi experiencia. No fue hasta que cursé estudios superiores cuando tuve un acceso más amplio a la literatura española de América: desde los cronistas de Indias, los escritores renacentistas y barrocos, los primeros autores de las naciones recién independizadas —entonces ya no literatura española sino en español—. Hay toda una literatura española americana, anterior a la independencia que se desconoce en España. Creo que los alumnos de Secundaria de hoy no deben ser ajenos a ese saber, hay que recordarles que se escribe en español en España y América Pienso, por tanto, que su conocimiento de la literatura de allá no puede reducirse al boom hispanoamericano, que con frecuencia es lo que ocurre.
Hablo desde mi experiencia. No fue hasta que cursé estudios superiores cuando tuve un acceso más amplio a la literatura española de América: desde los cronistas de Indias, los escritores renacentistas y barrocos, los primeros autores de las naciones recién independizadas —entonces ya no literatura española sino en español—. Hay toda una literatura española americana, anterior a la independencia que se desconoce en España. Creo que los alumnos de Secundaria de hoy no deben ser ajenos a ese saber, hay que recordarles que se escribe en español en España y América Pienso, por tanto, que su conocimiento de la literatura de allá no puede reducirse al boom hispanoamericano, que con frecuencia es lo que ocurre.
Si el español aspira a ser lengua global, se deben estudiar como tal su lengua y su literatura. Por supuesto, las literaturas nacionales en cada país deben tener más dedicación —para más adelante dejo la cuestión de las otras literaturas españolas que no son en lengua española—, pero creo que debemos dirigir nuestros esfuerzos hacia una visión más amplia. Es una manera de mantener la cohesión de nuestra lengua y el contacto de nuestras culturas.
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