El ser humano es un peculiar animal de naturaleza racional, social, moral y sentimental. En consecuencia, su educación será el desarrollo lógico de esos rasgos constitutivos.
José Ramón Ayllón
Tradicionalmente —al menos en lo que nos ha tocado vivir como alumnos a los de mi generación, los que hemos estudiado en la EGB, el BUP y el COU— se ha primado el aspecto académico y no racional del estudio. Y digo que no el racional porque se ha enseñado a memorizar, a adquirir conocimientos dados como verdades fundadas en el criterio de autoridad, pero no se ha enseñado a pensar y a tener criterio propio, a reflexionar sobre lo que se estaba aprendiendo. Esto dicho siempre en líneas generales y siempre con honrosas excepciones también.
El aspecto moral, ético y socializador era responsabilidad casi exclusiva de la formación religiosa y de la familia, que se encargaban de enseñar lo que «es recto» desde su concepción de la moral. Hoy, como si de un movimiento pendular se tratara, hay un trasvase, por muchas causas, de esa función educadora en valores desde la familia hacia la escuela por la renuncia de aquella a sus funciones, con todo lo que conlleva.
El aspecto moral, ético y socializador era responsabilidad casi exclusiva de la formación religiosa y de la familia, que se encargaban de enseñar lo que «es recto» desde su concepción de la moral. Hoy, como si de un movimiento pendular se tratara, hay un trasvase, por muchas causas, de esa función educadora en valores desde la familia hacia la escuela por la renuncia de aquella a sus funciones, con todo lo que conlleva.
A lo largo de la historia, según los pueblos y las épocas, el objetivo último de la educación era uno u otro: en la India, una manera de perpetuar el sistema de castas; en China , formar funcionarios para el Estado; en Egipto, mantener el sistema político —¡cómo si no iba a durar una forma de organización social cuatro milenios!—; en Grecia, formar hombres preparados para participar en la polis… Todos estos pueblos coincidían en que el fin de la educación era el mantenimiento del orden establecido. Las diferentes sociedades han otorgado un rol diferente a la educación de los pueblos según los intereses de sus clases poderosas, por eso su insistencia en enseñar sin posibilidad de enjuiciar lo que se aprendía, para no cuestionar los órdenes social, político, económico ni religioso.
Así, durante la mayor parte de la historia, la educación ha sido un privilegio de unos pocos. El interés por la alfabetización de los pueblos ha variado en diferentes periodos: a tiempos de avance les han seguido otros de involución. En la segunda mitad del siglo xx parece existir la conciencia generalizada de que educar es algo más que preparar hombres para unas destrezas determinadas y utilitarias —por mucho que los últimos acontecimientos parezcan querer llevarnos por caminos ya recorridos y que parecían olvidados—. Vivimos un mundo en crisis —no solo económica— donde los retrocesos en muchos aspectos, entre ellos los educativos, amenazan los logros obtenidos. ¿Nuestro joven modelo de educación integral de la persona, de formación de ciudadanos libres está en peligro? ¿La educación de calidad puede volver a convertirse en privilegio de minorías? ¿El modelo educativo y los planes de estudio que se están implantando —no hablo solo de España— están pensados para una educación utilitaria, al servicio de intereses económicos y de mantenimiento de un sistema perverso en sus medios y sus fines? Mi respuesta a las tres preguntas es sí. Nos encontramos inmersos en una lucha entre quienes creemos que la educación es una obligación de la sociedad con sus ciudadanos y los que piensan que la educación es un medio para mantener a los suyos en la cúspide de la pirámide.
Así, durante la mayor parte de la historia, la educación ha sido un privilegio de unos pocos. El interés por la alfabetización de los pueblos ha variado en diferentes periodos: a tiempos de avance les han seguido otros de involución. En la segunda mitad del siglo xx parece existir la conciencia generalizada de que educar es algo más que preparar hombres para unas destrezas determinadas y utilitarias —por mucho que los últimos acontecimientos parezcan querer llevarnos por caminos ya recorridos y que parecían olvidados—. Vivimos un mundo en crisis —no solo económica— donde los retrocesos en muchos aspectos, entre ellos los educativos, amenazan los logros obtenidos. ¿Nuestro joven modelo de educación integral de la persona, de formación de ciudadanos libres está en peligro? ¿La educación de calidad puede volver a convertirse en privilegio de minorías? ¿El modelo educativo y los planes de estudio que se están implantando —no hablo solo de España— están pensados para una educación utilitaria, al servicio de intereses económicos y de mantenimiento de un sistema perverso en sus medios y sus fines? Mi respuesta a las tres preguntas es sí. Nos encontramos inmersos en una lucha entre quienes creemos que la educación es una obligación de la sociedad con sus ciudadanos y los que piensan que la educación es un medio para mantener a los suyos en la cúspide de la pirámide.
Esta es la batalla que tenemos que luchar: la de quienes pensamos que la educación es una labor de formación íntegra de personas libres contra aquellos que creen que es una mera preparación de personas para afrontar el mundo empresarial y un medio para el mantenimiento del statu quo.
Comentarios
Sí, la instrucción de la inteligencia tiene que ir siempre acompañada de la formación de la voluntad...así que claro que apuesto por una educación integral. O dicho de otro modo, los hábitos de aprendizaje deben ir acompañados de hábitos morales que hagan posibles maneras sanas y positivas de ser y comportarse en los alumnos porque, en definitiva, lo que está necesitando nuestra sociedad más que nunca en los últimos tiempos es de HOMBRES CON PRINCIPIOS.
Y, efectivamente, la educación siempre ha sido uno de los pilares fundamentales de toda sociedad y, por tanto, el poder siempre ha buscado controlarla...Y así pasa, que la Educación parece "aguantar" todas las decisiones que el/los Gobierno/s toman:
-poner o quitar asignaturas cuando se les antoja,
-aumentar el nº de horas lectivas de los profesores,
-además de un 20% el nº de alumnos por aula,
-etc, etc, etc
En cambio, el gasto en Defensa no se puede tocar tanto porque, claro, no se pueden mandar soldados de cartón-piedra a patrullar a Afganistán. Pero la educación lo aguanta todo, incluso, mira tú, cuanto más tontos sean los alumnos mejor, más aplaudirán de mayores a los políticos que hacen disparates.
Pues conmigo que no cuenten: lo que soy yo, no voy a permitir que la educación que se han sacado de la manga estos gobernantes pase cargo al futuro a través de mis alumnos. Intentaré con todas mis fuerzas formar personas libres y críticas, capaces de construir una sociedad distinta a la mercantil y autoritaria que padecemos.
Raquel.